miércoles, marzo 07, 2007

Café del Fracaso: Historia del viejo que fue jóven

El café estaba repleto, como siempre. El humo llenaba el ambiente de espesa tristeza. Junto a la barra escuchaba los relatos del viejo, tal vez el más viejo del café, el más viejo y sin dudas el más sabio. No puedo ver bien al anciano, los mozos con sus vestimentas de carceleros y las gentes arrastrando sus esperanzas se cruzan constantemente entre el anciano y yo. Pero no importa, no importa porque me dejo atrapar por su melancólica voz. Su voz eterna, su voz de sabiduría, su voz de charlatán...
"Ni bien tomé el papel, me dirigí a la canoa. El chango me llevó a la otra costa del Río del Olvido. Tuve una clara visión de la charampia, siempre imponente, siempre presente. No pude apartar mi vista de ella durante todo el cruce. Cuando llegué a la costa, una figura oscura parada junto a un pedestal esperaba a la orilla. Me tomó de la mano y dijo: 'El tiempo comienza a acabarse desde este momento'. La figura era la Muerte, y el pedestal, el legendario libro.
Caminé algunos pasos frágiles, débiles; dudando a cada instante de mi próximo movimiento. Entonces vi el Café, solitario en medio de la nada. Me acerqué a los ángeles que custodian la entrada, pero estos mi ignoraron. Cuando entré creí escuchar una risa ahogada a mis espaldas. Los guardias se burlaban de mi destino..."

2 comentarios:

Ze Bastian dijo...

Una clara analogía de la vida. Desgastamos este preciado bien sin apartar la vista de la charampia de los demás creyendo escuchar risas a nuestras espaldas, para terminar en un bar de mala muerte escuchando historias repetidas y encontrando en las construcciones mentales que de ellas se derivan un poco más de sabor para lo que sin dudas fue una insulsa existencia.

Javier dijo...

Mozo! marche una ronda de cafés que tengo para rato.