La Avenida de las Malas Noticias no es un tema fácil de explicar. Para que el lector comprenda al menos una parte superficial es recomendable que esté curado de espanto y familiarizado con la frase “no creo en las brujas, pero que las hay las hay…”.
Esta Avenida no es paralela ni perpendicular a ninguna calle, no tiene altura, intersecciones, inicio ni final. Su ubicación varía en función del horario y una larga lista de factores aleatorios. No se tienen noticias de transeúntes que la hayan caminado en zonas céntricas, por tanto se cree que es patrimonio exclusivo de los barrios rosarinos.
En la Avenida de las Malas Noticias no circulan vehículos, está compuesta por dos veredas cuyos cordones se tocan. No importa por cuál vereda se camine, cada cuadra se compone de diez mansiones antiguas cuyos dueños se encuentran cabizbajos barriendo sus veredas y refunfuñando por las noticias que vieron en tv o escucharon por radio.
Cualquier persona que camine por la Avenida deberá entablar conversación con cada uno de los vecinos, escuchando sus lamentos, conclusiones obvias impuestas por los medios de comunicación e historias estúpidas para llenar el noticiero.
El tiempo necesario para caminar una cuadra varía según la capacidad de charlatanería del peatón y su conocimiento acerca del estado actual y futuro del clima. Quienes no tengan esas cualidades corren el riesgo de perder minutos, horas, años, o en el peor de los casos convertirse en eterno ayudante cabizbajo de alguno de los vecinos.