El Río del Olvido (sexta entrega)
Un cesto de mimbre contiene los pequeños trozos de papel. Sobre ellos, garabateados como por un niño, se alcanzan a leer algunas cortas frases.
Una mano oscura tomará alguno de estos papeles. Con una chinche, sobre un mural de corcho, exhibirá las palabras que solo podrá leer la primer persona de la fila.
La cola de individuos llega hasta donde alcanza la vista.
Una vez leído el designio, la persona se acercará a la playa donde un anciano llamado Chango custodia un bote a remo. Entonces se cruzará el Río del Olvido hacia la costa de la vida, aquella en la que aguarda el Libro de Theodren, donde muchos años después deberá escribir.
Y así entramos...
...con nada más que un trozo de designio y una rápida visión de la charampia.
2 comentarios:
Y acá de nuevo, por regurgitación se contempla el concepto de las 2 clases de personas. Los que piensan "mejor que el chango, condenado a una eternidad de remo, voy a estar...aunque aquel dragón..." y los que: "no vale, al de adelante rubio pelilargo le dejaron elegir papel. Si aquel indio no hubiera entrado en mi árbol genealógico, tal vez estaría del lado de los buenos".
La charampia del chango constituye la primera y más valiosa enseñanza que tata dios nos aporta segundos antes de cruzar el río del olvido. Como moraleja burda nos dice que nunca tendremos una charampia tan grande y tan observada, como concepto nos dice: "ve por la vida, pero no te esfuerces tanto pues siempre habrá alguien que la tendrá más grande".
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