jueves, mayo 24, 2007

Para coleccionar


Con sólo cuatro años ya sabía lo que era gastar tardes infinitas junto a los más absurdos personajes. Allí aprendió los secretos de la incoherencia y la metalurgia, forjando un espíritu liberal de ideales nobles.
Rodeado de mozos intelectuales y ebrios de los más extrovertidos, se interezó por los libros luego de darse cuenta que el fútbol era sólo un pasatiempos.
Sin lugar a dudas, este lugar marcó un antes y un después en su vida; por eso este homenaje...

2 comentarios:

Javier dijo...

Uh! ya me había olvidado... Como gastábamos a ese petiso orejudo. Sin duda tenemos algo de culpa en que de grande se dedicó a robar y ahogar bebés.
Pobre monstruo se terminó cagando de frío en la patagonia.

m j dijo...

Cuantos recuerdos...!!! Todo eso que está ahí atrás nos lo tomamos esa noche...todavía guardo la bolsa llena de chapitas.

Como es que el tiempo engaña a la memoria, yo me lo hacia más alto a Diego Manuel...

Gracias Don Jilguero por el momento emotivo!