"Iriondo al fondo"

La deforestación de lo que alguna vez fue "el impenetrable rosarino" no tuvo inconvenientes para los colonos, salvo por algún gliptodonte aislado y por la zona que denominaron "árboles porfiados". Se dice que aún hoy se alza en medio de la calle un bárbol imponente, con cara de triunfante y savia de venganza... cubriendo el frío pavimento con naturaleza muerta para hacernos saber que aún sigue ahí. Me ha tocado ver decenas de vecinos, vestidos de vergüenza y piyamas, yendo de aquí para allá sin sentido repitiendo "todavía sigo aquí" tal marionetas de un artista sediento.
4 comentarios:
Su historia se remonta a los tiempos en que "chicago después de la bomba atómica" era un simple punto de paso en el camino entre la refundada ciudad de cordoba y la actual y asquerosa capital de nuestro país.
En aquellos tiempos de floresciente economía un grupo de cerdos terratenientes se caen de la silla y descubren la necesidad de obtener más tierras tanto para el desarrollo del casco urbano como para el futuro asentamiento de SUBURBIOS.
Mientras devoraban pollos con patatas recibieron a un lugareño desquiciado que les juró por la pachamama que nunca podrían despojar los campos de iriondo de sus verdaderos dueños, los temibles bárboles tragasables.
Los cerdos rieron y cientos de trozos de carne a medio masticar cayeron por la mesa y el piso siendo rapidamente aprovechados por otros tipos de criaturas desagradables que se apostaban en la sala.
Pero la risa repulsiva de esta oligarquía vacuna se vio interrumpida cuando las obras de desmalezamiento llegaron a los ya mencionados campos de iriondo.
La milicia comegatiense se presentó lentamente en un sitio en particular donde según decían los supersticiosos trabajadores un bárbol le había comido la hermana a un parroquiano.
El soldado necio de la película tomó su sable y con un salto estilo aquiles en "troya" lanzó un golpe razante sobre el árbol sospechoso.
Cuando este muchachito cae sin vida al suelo con el sable fuera de la vista de los presentes las mujeres gritaron escandalosamente y los demás soldados presentaron armas.
Las decadas siguientes fueron parte de una página escondida en la historia de Rosario que significó luchas incesantes y muertes para ambos bandos hasta que un tratado de paz fue posible.
A los bárboles se les concedió un papel importante en una futura película a cambio de liberar el lugar quedando un único ejemplar como monumento viviente en memoria de la sangre y el poder de esta especie.
A pesar de saber que la ciudad en donde los gatos son la fuente principal de alimento, los fantasmas, brujas y demonios abundan y transitan las calles como cualquier hijo de vecino, me sorprendo con las historias de la metropolis con alma de vieja aldea.
Gracias a alguna de las deidades que habitan la ciudad uno puede encotrarse con cualquier tipo de criaturas al doblar una simple esquina.
Su comentario es muy acertado. Sin ir más lejos este viernes por la noche un joven iba camino a la zona norte de nuestra ciudad a comer un asado y debía pasar por el sitio del bárbol tragasable.
Nunca llegó a destino debiendo los demás comensales comer su parte.
Sutilezas, sarcasmos e ironias aparte, voy a expresar mis sentimiento por el comentario de Ze Bastia en la forma más obvia y vulgar que pueda: JAJAJA
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